La verdadera leyenda de San Jorge
Pues resulta que San Jorge, Sant Jordi (fem país) o Saint George (para el público internacional) vino a ser un tipo de la nobleza (se supone que un príncipe) de Capadocia, región ubicada al Este de la península de Anatolia, en la actual Turquía. Sí que sabemos que es uno de los primeros santos cristianos y que fue un militar procedente, probablemente, de la provincia romana de Siria-Palestina y que murió el 23 de Abril del 303 dC.
No es que se sepa muy bien qué es lo que hizo en tal señor Jorge. Posiblemente combatir algún culto pagano que exigía sacrificios de bellas doncellas y exterminar a todos los que lo practicaban o algo así. Ya se sabe que no te hacen santo gratuitamente. Pero entre esta hipótesis y la leyenda que circula por los colegios y que explican los profesores hay unas cuantas diferencias. Veamos:
Sí, esa es la historia que todos hemos leído o escuchado. Pero, en la leyenda primigenia, el dragón no muere.
Efectivamente, no muere. San Jorge hiere al dragón y el dragón sangra. El dragón queda debilitado y es capturado. La princesa ata al dragón y lo somete. Le pone un collar y una cadenita y, cual chucho, se lo lleva a la ciudad. Lo del libro y la rosa sí que parece que queda igual.
Y es que el dragón representa, según los más versados, esa parte mala que todos llevamos dentro. Algo así como el ego. Una vez esa parte mala, oscura, es herida, de ella aparece la belleza (la rosa) que nace de la sangre (el dolor). En agradecimiento por esa lucha de nuestra parte buena contra nuestra parte mala, la princesa (que algunos afirman que representa el alma) nos regala un libro (el conocimiento, la sabiduría).
En otras palabras: sólo del dolor puede surgir la belleza y el conocimiento.
Conclusión: que esto era demasiado complicado para explicarlo en los colegios, que había demasiadas metáforas y que se simplificó. El dragón está muerto y punto. Para qué vamos a explicar todo esto, que igual a los niños les da por pensar y nos la lían en clase. Quita, quita...
Desde aquí agradezco a Fernando por recordarme la verdadera leyenda, que yo también tenía olvidada.
No es que se sepa muy bien qué es lo que hizo en tal señor Jorge. Posiblemente combatir algún culto pagano que exigía sacrificios de bellas doncellas y exterminar a todos los que lo practicaban o algo así. Ya se sabe que no te hacen santo gratuitamente. Pero entre esta hipótesis y la leyenda que circula por los colegios y que explican los profesores hay unas cuantas diferencias. Veamos:
Había una vez un dragón que amenazaba a un pueblo y que exigía una doncella cada poco tiempo. El pueblo seleccionaba a una de ellas y se la entregaba en sacrificio al dragón para que dejase tranquilo al pueblo durante un rato. Esa vez, le tocó a la princesa del pueblo, a quien llevan ante el dragón para que éste se la coma o algo peor.
San Jorge, que pasaba por allí, se entera de esto y se planta ante la cueva del dragón. Mata al dragón y rescata a la princesa. De la sangre del dragón nace un rosal. La princesa le regala un libro al caballero para agradecerle el rescate.
Sí, esa es la historia que todos hemos leído o escuchado. Pero, en la leyenda primigenia, el dragón no muere.
Efectivamente, no muere. San Jorge hiere al dragón y el dragón sangra. El dragón queda debilitado y es capturado. La princesa ata al dragón y lo somete. Le pone un collar y una cadenita y, cual chucho, se lo lleva a la ciudad. Lo del libro y la rosa sí que parece que queda igual.
Y es que el dragón representa, según los más versados, esa parte mala que todos llevamos dentro. Algo así como el ego. Una vez esa parte mala, oscura, es herida, de ella aparece la belleza (la rosa) que nace de la sangre (el dolor). En agradecimiento por esa lucha de nuestra parte buena contra nuestra parte mala, la princesa (que algunos afirman que representa el alma) nos regala un libro (el conocimiento, la sabiduría).
En otras palabras: sólo del dolor puede surgir la belleza y el conocimiento.
Conclusión: que esto era demasiado complicado para explicarlo en los colegios, que había demasiadas metáforas y que se simplificó. El dragón está muerto y punto. Para qué vamos a explicar todo esto, que igual a los niños les da por pensar y nos la lían en clase. Quita, quita...
Desde aquí agradezco a Fernando por recordarme la verdadera leyenda, que yo también tenía olvidada.