Por días como éste le puse el nombre a mi blog
Me he despertado a las 6:15. A las 6:50 estaba en la estación de Renfe de mi ciudad, Viladecans. Aviso por megafonía: la circulación de trenes en sentido a Vilanova (ciudad donde doy clase) está interrumpida por causa de una avería en la catenaria entre las estaciones de Castelldefels y Garraf. Qué raro, si sólo pasa cada 3 días!
Decido que me subiré al próximo tren. Sea como sea, cuanto más cerca del problema esté, mayor es la probabilidad de que pongan un servicio de autocares entre las estaciones afectadas. Un rato después llega el tren. Una parada más tarde nos hacen bajar y nos dicen que esperemos, que de momento no hay solución. A la media hora, un segurata nos avisa de que se ha establecido un servicio de buses que unirán las estaciones de Gavà y Sitges, que esperemos. Salimos de la estación. Esperamos. Esperamos. Aviso voz en grito de una señora con paraguas: "Eeeeyyy!!!! Que los autocares están al otro lado!!!". Entramos en la estación. Seguimos al segurata. Llega un autocar. Nos ponemos en cola, se llena el autocar y sale hacia Sitges. Esperamos. Esperamos.
Llega el siguiente autocar. Me quedo a las puertas. Esperamos. Esperamos. Llega el tercer autocar. Subo. Nos lleva hasta la estación de Renfe de Sitges (por la autopista, evitando las curvas, por suerte). Pierdo el tren que estaba esperando y que une Sitges y Vilanova (sólo es una parada, como entre Viladecans y Gavà). Espero. Espero. La gente que viene de pasar la noche de fiesta (era la noche grande de los carnavales de Sitges), borrachos, disfrazados también espera. Me suben los instintos asesinos. Odio a los garrulos de delante mio. Esperamos. Espero.
Media hora. Tres cuartos. Llega en tren. Subimos. Vamos apretados como sardinillas en latadas (cada día nos parecemos más a un país desarrollado, ya vamos tan apretados como en Japón). 09:30h. Bajamos en Vilanova.
Un trayecto de 20 minutos ha durado 2 horas y media. Aunque llevo un par de semanas con los instintos asesinos a flor de piel, no pasa nada: he llegado a tiempo para dar clase a las 10h. Dos alumnos. El resto no han podido llegar por culpa de los trenes. Hago sólo 1 de las 2 horas que tenía, no quiero empezar tema nuevo.
Como. Vuelvo a Barcelona. Reunión poco productiva con una empresa de publicidad "mobile". Quizá firmemos convenio de transferencia de tecnología, quizá no. 19:10. Voy a por el bus. Espero. Espero. Se une más gente. Esperamos. 30 minutos. No, pasa, se han saltado un bus. Esperamos. 30 minutos. El bus va tan lleno que no para. Esperamos. 30 minutos. Consigo subirme a un bus con destino a casa. Son las 20:30
Caravana en la ronda de dalt. Paciencia, almenos vas sentado. Caravana. 1 hora de caravana. El conductor del autobús decide cambiar su ruta habitual para evitar la caravana. Son las 21:30. Llego a casa. Son las 21:50. Otro trayecto que dura 20 minutos convertido en otras 2 horas y media.
Total, 5 horas perdidas por culpa de los transportes públicos. Y eso no es lo peor. Con mi magnífico sueldo de profesor asociado a tiempo parcial, mis ingresos netos de hoy (sí, de hoy, desde las 6:15h hasta las 21:50, casi 15 horas) han sido 11,20€.
Para que después digan que en la universidad se vive bien. Que me quede. Que haga el doctorado...
Así es la dura vida de un tecnófilo pluriempleado
Decido que me subiré al próximo tren. Sea como sea, cuanto más cerca del problema esté, mayor es la probabilidad de que pongan un servicio de autocares entre las estaciones afectadas. Un rato después llega el tren. Una parada más tarde nos hacen bajar y nos dicen que esperemos, que de momento no hay solución. A la media hora, un segurata nos avisa de que se ha establecido un servicio de buses que unirán las estaciones de Gavà y Sitges, que esperemos. Salimos de la estación. Esperamos. Esperamos. Aviso voz en grito de una señora con paraguas: "Eeeeyyy!!!! Que los autocares están al otro lado!!!". Entramos en la estación. Seguimos al segurata. Llega un autocar. Nos ponemos en cola, se llena el autocar y sale hacia Sitges. Esperamos. Esperamos.
Llega el siguiente autocar. Me quedo a las puertas. Esperamos. Esperamos. Llega el tercer autocar. Subo. Nos lleva hasta la estación de Renfe de Sitges (por la autopista, evitando las curvas, por suerte). Pierdo el tren que estaba esperando y que une Sitges y Vilanova (sólo es una parada, como entre Viladecans y Gavà). Espero. Espero. La gente que viene de pasar la noche de fiesta (era la noche grande de los carnavales de Sitges), borrachos, disfrazados también espera. Me suben los instintos asesinos. Odio a los garrulos de delante mio. Esperamos. Espero.
Media hora. Tres cuartos. Llega en tren. Subimos. Vamos apretados como sardinillas en latadas (cada día nos parecemos más a un país desarrollado, ya vamos tan apretados como en Japón). 09:30h. Bajamos en Vilanova.
Un trayecto de 20 minutos ha durado 2 horas y media. Aunque llevo un par de semanas con los instintos asesinos a flor de piel, no pasa nada: he llegado a tiempo para dar clase a las 10h. Dos alumnos. El resto no han podido llegar por culpa de los trenes. Hago sólo 1 de las 2 horas que tenía, no quiero empezar tema nuevo.
Como. Vuelvo a Barcelona. Reunión poco productiva con una empresa de publicidad "mobile". Quizá firmemos convenio de transferencia de tecnología, quizá no. 19:10. Voy a por el bus. Espero. Espero. Se une más gente. Esperamos. 30 minutos. No, pasa, se han saltado un bus. Esperamos. 30 minutos. El bus va tan lleno que no para. Esperamos. 30 minutos. Consigo subirme a un bus con destino a casa. Son las 20:30
Caravana en la ronda de dalt. Paciencia, almenos vas sentado. Caravana. 1 hora de caravana. El conductor del autobús decide cambiar su ruta habitual para evitar la caravana. Son las 21:30. Llego a casa. Son las 21:50. Otro trayecto que dura 20 minutos convertido en otras 2 horas y media.
Total, 5 horas perdidas por culpa de los transportes públicos. Y eso no es lo peor. Con mi magnífico sueldo de profesor asociado a tiempo parcial, mis ingresos netos de hoy (sí, de hoy, desde las 6:15h hasta las 21:50, casi 15 horas) han sido 11,20€.
Para que después digan que en la universidad se vive bien. Que me quede. Que haga el doctorado...
Así es la dura vida de un tecnófilo pluriempleado